Yo quiero que mi comunidad vea que cuando una mujer se dedica a algo, las cosas pueden cambiarse. Porque así es la vida; cuando te dedicas a crear los milagros, no hay límites en los cambios que puedes hacer.
Conozcan a Yolanda, la nueva coordinadora del campo para Mil Milagros. Yolanda era una voluntaria madre líder en su comunidad de Cruz B antes de empezar trabajando con Mil Milagros. Aunque sea su primer trabajo a fuera del hogar, a ella le encanta el nuevo reto y está apoyando para cambiar las vidas entre su familia y su comunidad.
Cuéntenos un poco de usted.
Yo crecía en Santa Lucía Utatlán, de la comunidad de Pamezabal. Aunque no teníamos todo, mi infancia era feliz. Nosotros somos doce hermanos y yo soy número once. Ahora, yo me estoy casada con tres niños, que tienen diez años, cinco años y tres años.
¿Cómo escuchó usted de Mil Milagros?
Un día, mi vecina me invitó para tomar Incaparina y ella me empezó de hablar sobre Mil Milagros. Le pregunté a ella “¿qué es eso? Yo no conozco aquella organización.” Ella me contó que nos enseñan en temas y todo es muy interesante, si quieres, podemos irnos juntas cada dos semanas. Nosotras fuimos a la escuela de Pahaj y yo inscribí a mis dos niños más pequeños como parte del programa de Desarrollo Infantil. Luego, yo aprendí sobre la Travesía de Ser Padres y me involucré más, primero como una participante y después como co-facilitadora.
¿Cómo llegó a trabajar con Mil Milagros?
Después de servir como una co-facilitadora para la Travesía por un anõ, yo era muy animada cuando Mil Milagros empezó de trabajar en la escuela por donde van mis hijos, Cruz B. Yo volví de ser una madre líder y empecé de trabajar más con las empleadas de Mil Milagros. Luego, un día, la Directora del País, Lucy, me llamó y me preguntó si yo quisiera trabajar como una coordinadora del campo de Mil Milagros. Qué sorpresa fue! De repente le dije que sí. Mil Milagros y la Travesía me enseñaron como no depender mucho en mi esposo y nadie más para tomar mis decisiones para mía. Yo jamás había tenido un trabajo antes. Me gradué del colegio pero yo no estaba poniéndola en práctica. Ahora, tener un trabajo es bonito. Es un gran paso para mí.
¿Cómo pasa un día típico en su vida?
De lunes a viernes, me levanto a las 5:00 AM para preparar el desayuno, refacción y el almuerzo para mi familia. A las 7:00 o 7:30, dependiendo en la actividades programadas para el día, me voy para el trabajo. Cuando llego al hogar, yo paso tiempo con mis hijos, porque no los veo por mucho del día. Jugamos nosotros o tomamos una caminata. Luego, cenamos y después, mi esposo y mi hijo mayor practican el piano juntos. Yo llevo a bañar a mis dos más pequeños y les preparo para dormir. Luego, ¡lo hacemos de nuevo el próximo día!
El sábado, lavo toda la ropa a mano, porque se acumula bastante por toda la semana. Luego, durante la noche, nosotros nos juntamos con mis suegros, lo que es algo que hemos hecho por los últimos años. Es una reunión familiar donde platicamos sobre muchos temas. Mi familia sabe de lo que hago para mi trabajo y les enseño sobre las cosas que he aprendido de Mil Milagros. Por ejemplo, les he enseñado las técnicas en cómo manejar conflictos o cómo vivir más sanamente por tomar agua pura y no consumir la comida chatarra. El domingo, vamos al mercado en la mañana y la iglesia por la tarde. Y así es mi semana.
¿Cuál aspecto ha sido lo más difícil sobre su nuevo trabajo?
Las primeras dos semanas eran muy difíciles. Yo tenía aprender tantas nuevas cosas. Si yo no sabia como hacer algo la primera vez, yo quería aprenderlo muy rápido para corregirme para la próxima vez. Al principio, era muy difícil para dejar a mis hijos. En el camino al trabajo yo lloraba en el colectivo porque me decían “Mami, no te vayas!” Les explique porque yo tenía que irme, pero estaban muy tristes. Ahora, están bien y entienden que este trabajo es importante para mi y para nuestra familia.
¿Cómo ha cambiado la vida después de involucrarse con Mil Milagros?
Yo he aprendido muchas cosas sobre mi que yo no sabia. Por ejemplo, tomar las decisiones. Yo no voy a dejar a mi esposo decir que yo hago con mi vida. Tengo mis propios derechos para tomarme la decisión. Antes, yo no fui así. Si mi esposo no me dejaba hacer algo, yo estaba de acuerdo con él, porque fue su decisión. Ahora, por Mil Milagros y la Travesía y todo que yo he aprendido, yo le he enseñado. Ahora, él me entiendo mucho mejor y no es tan machista. Ahora, soy más abierta y no tengo miedo. Hemos cambiado los dos.
¿Cuáles cambios quiere ver en su comunidad?
Nosotros como madres tenemos que asegurar que las otras están aprendiendo y que dejan a sus hijos seguir creciendo y desarrollando en un ambiente sano. Yo quiero que mi comunidad vea que cuando una mujer se dedica a algo, las cosas pueden cambiarse. Porque así es la vida; cuando te dedicas a crear los milagros, no hay límites en los cambios que puedes hacer.