A sus 12 años de edad, cuando Mallerly no está ocupada desempeñando su trabajo como presidenta del gobierno escolar, se encuentra participando y ganando competencias de ajedrez.
En medio de su intento por vencer al rey de su oponente, Mallery toma una pausa para sacar a su hermanita de tres años, afuera del cuarto. “Raquel, estoy tratando de jugar ajedrez y usted me molesta. ¡Mamá! ¿La puede sacar, por favor?” ella pide. “Ah, ¡yo solo quería ver!” contesta Raquel. “Un momentito, después jugamos una ronda,” dice Mallery, más cuidadosamente.
Mallery tiene doce años y vive con su madre y dos hermanas en la aldea de Xesampual, la cual está ubicada en el altiplano de Guatemala. Xesampual queda al pie de la cima de una montaña y se puede llegar a su casa por un camino corto e inclinado que pasa arriba de la biblioteca comunitaria.
Cuando Mallery tenía ocho años, ella, su madre y sus hermanas viajaron desde su aldea a la Ciudad de Guatemala para visitar a un tío. Ella no se recuerda mucho de la visita, aparte de un detalle importante: el descubrimiento del ajedrez. Su tío frecuentemente ponía un video en su computadora mientras que Mallery y su hermana mayor lo miraban. “La gente en el video estaba jugando una ronda y le preguntamos a mi tío que fue el juego. Nos dijo que ese juego se llama ajedrez.” Después, Mallery se quedó enganchada.
Cuando Mallery y su familia regresaron a su hogar, ella colocó 32 bloques de madera y ponía un pedazo de cinta en cado uno y puso nombre a todos.
“Utilizabamos los pequeños como los peones, los más grandes como castillos y este era un caballo. Ah y ésta era la reina,” ella nos explica.
Mallery aprendió cómo jugar el ajedrez después de practicar con su hermana, leer libros y practicar las estrategias sola. Su primer torneo ocurrió hace tres años y fue en su escuela primaria. Fue organizado por sus profesores y administradores. Cuando estaba en segundo primaria, ella logró el segundo lugar en un concurso para los niños de los grados entre pre-kinder y sexto primaria. “Antes, cuando yo perdía los juegos, lloraba. Es que, yo era pequeña. Ahora, ya no lloro cuando pierdo.”
La Mallery que tenía ocho años y que lamentaba cada pérdida con las lágrimas estaría bien orgullosa de aprender que la Mallery que tiene doce años ya no pierde mucho. Ahora, ella practica con un verderdero tablero de cuadros negros y blancos y con piezas reales. Ella gana becas para viajar por toda Guatemala, para participar en torneos nacionales. De vez en cuando, un maestro voluntario privado viaja por dos horas para visitarla en su hogar y apoyarla entrenar.
“Yo tengo algunos trofeos,” ella dice. Los trofeos y medallas están encima del armario ubicado en su habitación. Después de sacar una silla de la cocina y traerla al cuarto, saca los varios premios de oro, plata y bronce para mostrarlos en la mesa de la cocina. Señala cada uno y describe el torneo con el que ganó.
“Yo gané este en Santa Lucía y este otro en Quetzaltenango. Este trofeo es del primer lugar y este otro es del segundo. Mi favorito es el que ganéde un torneo nacional,” ella explica.
Además de ganar los torneos de ajedrez durante los fines de semana, Mallery también es la presidenta de su gobierno escolar. Mil Milagros capacita a los miembros de gobiernos escolares en el liderazgo e higiene. También apoya a los niños en liderar tres campañas de salud pública durante el año escolar. La personalidad que ella ha desarrollado por sus años de torneos se nota cuando Mallery toma el micrófono y habla a más de 200 niños, profesores y padres.
“Estoy aprendiendo tanto con Mil Milagros. Yo siempre sabía que yo podría ser líder, pero ahora, me siento como una. Enseño a los otros niños y también a los padres sobre el higiene. Me siento bien,” refleja Mallery. “Pienso si alguién quiere ser líder que ella/él debe hacerlo de la mejor forma posible.”
El liderazgo es un rasgo prominente en la familia de Mallery. Su madre, Claudia, se incorporó al equipo de Mil MIlagros como coordinadora comunitaria en el 2017, después de demostrar su liderazgo excepcional. “Siempre he querido llevar a mi hija conmigo a las reuniones comunitarias,” dice Claudia. “Yo quiero que Mallery sea mejor líder que yo. Quiero que ella asista a la universidad y que obtenga su título. Hay muchas cosas que ella quiere hacer. Mallery me dijo que ha soñado con viajar a otro país para asistir a la universidad en el futuro. Creo que lo hará.” Nosotros también.
Mil Milagros está muy orgullosa de apoyar el crecimiento de los líderes como Mallery para que desarrollen, sean nutridos, sanos y buenos lectores y escritores.