Lia, quien tiene 19 años de edad, fue adoptada de Guatemala and quería aprender más sobre su país de nacimiento. Durante su primer viaje a Guatemala, cuando tenía 15 años, ella visitó a las comunidades de Mil Milagros con su madre, una experiencia que ella recuerda que cambió su vida.
¿Cómo aprendió sobre Mil Milagros?
Nuestro amigo familiar, Pauline, visitó a Mil Milagros en Guatemala y ella contó a mi madre de de todo el trabajo. Mi madre estaba muy interesada y, por supuesto, yo también desarrollé interés en visitar y aprender de su misión.
¿Qué le inspiró involucrarse con Mil Milagros?
Ser adoptada de Guatemala me dio el deseo para aprender mucho más de este lugar. Yo tenía tantas preguntas que mi madre no me podía contestar. Por eso, empezó la primera motivación de querer estar involucrado y también de querer conocer a mi mismo. Luego, por ver a todos los niños pequeños que Mil MIlagros apoya y también, por visitar a las escuelas, me cambió algo. Me inspiró y yo quería hacer más. La gente siempre me pregunta “¿Tú te consideras como uno de aquellos niños?” y yo les contesto, “¡Sí, todo el tiempo!” Cuando pensamos en todas las cosas que aprovechamos y que observamos que tan agradecidos son los niños por lo que tienen, nos brinda el deseo para apoyar.
¿Qué le gusta más de Mil Milagros?
Yo tengo una memoria profunda de cuando yo llevé hilo dental para los niños y observé su entusiasmo. Me di cuenta que podemos dejar un gran impacto en esas comunidades. Son personas están agradecidos por todo lo que tienen. Al principio, parece mucho para absorber, pero es algo que siempre se queda contigo. Es una cosa linda para observar. Cambia la vida.